Este trabajo se alimenta del interés que tengo en que mi cuerpo siga moviéndose, con o sin observación de un público y con o sin la mediación de un agente cultural.
Actualmente es una práctica solitaria donde el público siempre es imaginado y a veces interpelado. Estas prácticas por el momento las hago en la cocina-teatro de mi casa o en los teatros que visito como técnico de luces de mis compañeras, aprovechando las “bolsas de tiempo libre” que hay, para hacer unas acciones/prácticas/ensayos de eso que hago en casa. Es una práctica polizón con rango de ensayo general o impro estresada. Por ahora ya he abierto tres de estas prácticas polizón en teatros y una práctica para tres compañeras en mi cocina-teatro durante este año, siempre jugando con la correspondiente descomposición de todo lo ya deconstruido.
La deconstrucción formal de mis dos últimos trabajos sucedió en enero de 2019 donde debía presentar una versión del solo Indicaciones Artificiales y opté por deconstruirlo junto a la pieza grupal Bitópica contando con un equipo espontaneo y entregado formado por Carlota, Teresa, Darío, Adán y Alexander. En ese momento e internamente apareció el slogan Fake it Till You Make it, que se coloco como cántico de descomposición y continuidad.
Lo que resuma de todo esto es una experiencia física, muy movida, que oscila entre aquel imaginario y los detritos de la memoria física de los espectáculos. Resulta por el momento una especie de Mal de San Vito que se expande en un largo deambular de movimientos de sosegada intensidad. Un cuerpo saturado por su continuidad donde solo hace “expulsar acción”, sin ningún tipo de norma, la sola condición es descomponer aquello que ya conozco y continuar el mayor tiempo posible, buscando un cuerpo saturado, poniendo mis intereses y esfuerzos en esa dificultad.
Busco la quietud en el movimiento extremo para abrir un espacio mental y físico que relativice en ese devenir continuo la sensación del tiempo. Es como siempre estar en el kilometro 0 donde se contienen todas las posibilidades, donde detona la quietud, donde todo es posible y no hay nada que se contraponga entre movimientos, gestos, acciones… Todas conviven desde un desorden orgánico marcado por la resistencia del cuerpo y el sentido de su presencia.
Del imaginario musical resulta una partitura interna, lo que se canta el cuerpo cuando anda solo y lo utilizo como una banda sonora que se queda sorda para los demás. Por momentos se destupe e irrumpe mi playlist de favoritos, subrayando la sensación del tiempo e imaginario de todas. Con esa playlist tan simbólica como mamarracha pretendo armar un entramado a través del cansancio y la continuidad del movimiento, una especie de dramaturgia que se acerca más a un cardiograma que a un argumento o banda sonora.
Las referencias estéticas y conceptuales que alimentan esta propuesta provienen del flamenco, el transformismo, las danzas tradicionales de los antiguos canarios, Broadway, los brotes de Coreomanías en la historia, el mimo, la gastronomía Valenciana, las danzas derviches, el niño de Elche, el dominó, la lengua de signos, Nijinsky, la biología, Israel Galván, los Heyokas, Noga Erez… con la intención de que todo esté superpuesto, disponible.
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